El desierto de la Tatacoa

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El desierto de la Tatacoa… un lugar en cambio constante que lentamente va revelando de su vientre los vestigios de una naturaleza que solía ser megalómana y frondosa. En sus caminos modelados por los vientos de la tarde y de la noche y un sol al que no se escapa nada se descubren fósiles de millones de años entre una vegetación agreste y austera que muere en la misma proporción en que nace. Ésta fue mi reflexión de Semana Santa y ésta es mi crónica sobre mi visita al desierto de la Tatacoa este fin de semana festivo.

La llegada
El desierto de la Tatacoa es una zona muy seca que queda en Huila un poco antes de Neiva, y a unos 15 minutos en vehículo del municipio de Villavieja. Aunque la zona delimitada como tal es pequeña, toda la geografía y la flora más visible es similar: pasto y gigantescos cactus candelabro entre otras especies más pequeñas. Por causa de un terrible descuido del conductor de nuestro transporte nos bajamos en una entrada a pocos metros del puente del río Patá, 20 Km antes de donde debíamos (la entrada al municipio de Aipe), aproximadamente a las 4:30 de la madrugada del Jueves 20 de Marzo. Caminamos por un pequeño camino empolvado, bajo el brillo de un sol tempranero antes de las 6 a.m. cómodo y jovial como sólo lo volvimos a sentir en la madrugada del viernes asombrosamente en el desierto. Cargabamos unas maletas que pesaban entre los 20 y 40 Kg y algunos de nosotros llevavamos varias cosas en nuestras manos p. ej. muchos teníamos botellas plásticas de agua de 5 lts previendo la falta de agua limpia o incluso de cualquier tipo de agua. Pasando por un pequeñísimo poblado donde la única presencia estatal eran algunos soldados y policías, llegamos al Magdalena, en un paso donde el río se veía empobrecido y pequeño, con un pequeño banco de arena en el medio pero al lado de los restos de lo que algún día fuera un vigoroso puente y al lado de un ferry encallado en la orilla seguramente porque no era sostenible el servicio o tal vez porque el banco de arena impedía su uso, quién sabe. Cruzamos en una lancha justo después de observar cómo se asomaba el sol por las montañas y se reflejaba en las ondas de la lancha que regresaba de cruzar una moto y algunos vecinos al otro lado. Cruzamos. Nos esperaba un pueblo perdido, La Victoria, desértico en infraestructura y abandonado a las orillas de uno de los ríos más importantes de Colombia. Después de caminar aproximadamente una hora por caminos empolvados entre distritos de riego y cultivos de arroz. La victoria es un pueblo macondiano, todos los vecinos supieron quiénes eramos los turistas: -los pereiranos que venían a visitar el desierto pero tan bobitos que se bajaron acá. Casi no logramos que alguien nos llevara a Villavieja, que es la entrada al desierto y donde está el museo arqueológico. Luego de caminar varias veces, de preguntar aquí y allá, por fin un negociante de verduras nos hizo el favor de llevarnos: -es que me caen bien los Pereiranos porque la familia de mi esposa es de allá y a cada rato van por allá, pero sólo por eso, es que por acá no se consigue ni el a.c.p.m. y yo no hago viajes en menos de $170.000ºº. Éramos 14 y nos cobró $5.000. Todavía no habíamos caído en la cuenta del error del conductor que nos dejó tan lejos, hasta que vimos lo lejos que quedaba Villavieja de la Victoria, casi 20 minutos de camino por un terreno bastante seco, nada que envidiar al desierto. Ahí estuvimos viendo que lo que nos decía el mapa era muy distinto de lo que estabamos viviendo y cuando llegamos a Villavieja lo constatamos ya hablando con los guías. Las gracias y adiós al vecino que nos hizo este grandísimo favor: no hubiéramos sobrevivido a caminar ese trecho con maletas y con el sol de mediamañana en la espalda.
Villavieja
Villavieja, un pequeño pueblo donde todos están atentos a ganarse algún peso de los turistas. Los primeros en llegar, antes de siquiera bajarnos del camión, fueron dos niños pidiendo moneditas de $100, aunque a mí me sonó más a travesura, no dudo que les hiciera falta moneditas en su casa. Inmediatamente nos bajamos, se acercaron los funcionarios del museo a comentarnos sobre las riquezas históricas, arqueológicas y geológicas del municipio, uno de ellos nos ilustró sobre lo que podíamos hacer para desarrollar nuestro plan de conocer el desierto y el observatorio astronómico. Decidimos visitar el museo, almorzar y luego viajar hacia el desierto.
El museo
El museo es realmente pequeño, un poco abandonado, altas paredes de bahareque y manchas en la pintura, aunque al guía le sirve para ilustrar el proceso de fosilización. Básicamente, el museo expone algunos huesos fosilizados de animales gigantescos que fueron alojados en una vegetación frondosa algunos millones de años antes de que el desierto los volviera a revelar. Megaterios, tortugas, cocodrilos gigantes, armadillos gigantes y hasta mamuts, entre otros, son los animales que poblaron la zona y de los cuales se exhiben algunos fósiles, para mí los más bonitos son las caparazones de tortuga que se ven perfectamente tanto por encima como por debajo. Otro atractivo notable son dos escopetas de la época de la colonia, con su cuchillo larguísimo en la punta y su equipo de carga, intactos, así como una diana -trompeta- de la misma época. Aquí vale mencionar que el pueblo tiene un pequeñísimo obelisco en su parque donde indica las dos fechas en las que Bolívar hizo cruce por Villavieja. Después del museo tuvimos una discusión larga sobre cómo debíamos seguir: ir al observatorio y luego a los hoyos -sitio turístico en medio del desierto con piscina incluida- o al inverso, así como a qué horas salir del sitio y qué más hacer mientras tanto. Al final almorzamos en las afueras del pueblo, vimos su forma de vida, sus costumbres y sus asombrosos techos de zinc sin cielorraso a 40ºC promedio. A las 14:30 embutimos en un pequeño microbus nuestras 14 humanidades con nuestras 14 gigantes maletas, eso fue muy gracioso.
El desierto
Recorrimos el desierto por primera vez fascinados de la aridez y las formaciones caprichosas. Técnicamente, el desierto de la tatacoa no es desierto, sino un bosque tropical seco y muy seco. Demoramos aproximadamente 30 minutos en llegar a los hoyos, una especie de restaurante en medio del desierto donde nos cobraban $5000 por persona la acampada, más por el derecho de usar la ducha y el baño que por la acampada. Buscamos el mejor lugar pero estaba muy difícil, sólo habían unos pocos arbustos bajos que podrían dar sombra pero no al mediodía y todos pensaban -excepto yo- que podrían ser hábitat de muchos animales potencialmente peligrosos como serpientes. Al final encontramos un árbol más o menos alto donde ubicamos las carpas aprovechando al máximo la sombra que nos podía dar. La tarde transcurrió suave y el amanecer fue dulce. Aquí también vale mencionar que el día siguiente un niño llamaba a su padre anunciando la presencia de una araña roja y luego en el observatorio, nos mencionaban lo peligrosita que era esa araña. Comida, baño, sueño a la luz de la Luna llena y los ruidos fantasmagóricos de la noche del desierto. Algunos conocieron la piscina ese mismo día. El desierto de la Tatacoa, toma su nombre de una serpiente extinta emparentada con la cascabel y de noche se escuchan sus cascabeles muy cerca pero nunca pudimos verla, de hecho, cuando alumbrabamos el origen del sonido, se callaba y sonaba en otro lado. El guía que nos llevó hacia el observatorio, dice que esos son espantos, yo creo que es probable que algún insecto haya aprendido a hacer un ruido tan similar para evitar malos encuentros. Sólo quiero notar algo: así debe sonar una cascabel. La madrugada y la mañana del día siguiente fueron suaves y dulces, el clima caliente pero muy soportable no dio guerra, el sol se mantuvo detrás de un obstinado manto de nubes que no lo dejó salir hasta casi el mediodía y aún así el calor nunca fue demasiado. Esa mañana, justo antes del mediodía, se acercó en motocicleta un hombre con una hielera de icopor en la parrila: yogourt de leche de cabra con trocitos de piña, delicioso y además frío. Almorzamos y retozamos un poco escuchando música y charlando bajo la sombra del amable árbol que no sólo nos alojaba a nosotros, sino a un ave cuyo nido era una canasta de pajitas e hilos plásticos y una especie de golondrina de excéntrica cola larga. En la tarde salimos hacia la famosa piscina, lindo el camino, largo, caliente y asombroso. La magnitud del desierto es notable en ese trecho y se siente un poco de escalofrío cuando uno recuerda que algunos artículos ecologistas dicen que el desierto está creciendo y que puede amenazar incluso a Neiva, la capital del departamento del Huila. Recorrimos caprichosamente el camino, divisando las caprichosas formaciones lontananza y fotografiando hasta el gato. El recorrido hacia la piscina está bien marcado por avisos rojos visibles desde lejos, nos salimos del camino para divisar un río gigantesco a la distancia: el lecho seco y arenoso del resultado de las lluvias en el desierto y bajo nuestro mirador, una pequeña piscina sobre el curso de un arroyo seco por el que fluye la lluvia cuando cae, en medio de fascinantes formaciones geológicas llenas de franjas horizontales de diferentes colores y composiciones. La temperatura de la piscina estaba deliciosa, era alrededor del mediodía y todo alrededor era impresionante. Desafortunadamente, el agua de la piscina tenía un olor mineral un poco desagradable. Estuvimos aproximadamente una hora y partimos hacia el campamento. Esa tarde partimos a campo traviesa por el desierto, rumbo al observatorio. Llevamos las maletas en una camioneta y nosotros nos fuimos sin carga en un lindo recorrido que nos dejó medio muertos, entre otras cosas porque nos tocó caminar rápido porque nos podía coger la noche en el desierto y con tanto cactus y ortiga -que produce urticaria- mejor que no pase, sin embargo, pasó. Hay 4 tipos de cactus en el desierto: Pequeños pegados al suelo llamados «cabeza de negro»; alargados y llenos de espinas de una altura media, «cola de zorro», del cual hay distintas variedades; formados de cuerpos aplanados y espinas separadas, «arepo o pelá»; y finalmente el de las caricaturas, el «candelabro», gigantescos y de muchos cuerpos. Los cactus candelabros que vimos llegaban a medir aproximadamente 5 metros y seguramente los habrá más altos. De éstos cactus hay dos frutillas notables: una la pitahalla -no tengo la más mínima idea de cómo se escribe- que es comestible y agradable -yo comí bastante de eso- y otra venenosa. Además de los cactus, en este desierto pulula la ortiga, familiar de la que en otras regiones conocemos como pringamoza y muchas variedades de arbustos espinosos. En el desierto vimos formaciones caprichosas p. ej. la bota que efectivamente parecía una bota, también vimos un hermoso búho que hace el nido en el suelo a pesar del relato del guía de un félido poco más grande que un gato que embosca el ganado de la región -hay cabras por todos lados- y en varias ocasiones el guía nos enseñó hermosos fósiles de tortuga. Finalmente hay que decir que la preparación científica del guía deja qué desear aunque seguramente él prefiere ser recordado como el guía más gracioso -a veces lo lograba. Ya caída la noche apareció una luna gigantesca y roja detrás de nosotros hasta que llegamos al observatorio.
El observatorio
LLegamos en la noche al observatorio, muy cansados y durante la discusión de dónde acampar nos agotamos aún más. Acampamos muy cerca del observatorio, bajo un quiosco hecho con ese sólo propósito en el mejor lugar posible: el paisaje más impactante del desierto lo rodea, el viento lo invade y lo acompaña en el fondo el observatorio astronómico de la tatacoa. Visitamos el observatorio en la mañana, Javier, el encargado del observatorio, nos brindó muy amablemente su experiencia y conocimiento mientras nos mostraba la cotidianidad del observatorio y al final: la cúpula de observación. La cúpula es un sitio muy estrecho, donde no se permite la visita, pero que esta vez, por ser un grupo de astronomía, se nos permitió conocer el telescopio y verlo funcionar. Fué mucho mejor en la noche. En la tarde el viento nos bañó en arena muy menuda y nos picaba en la piel cuando nos echábamos repelente para los mosquitos que nos tuvieron irritados todo el tiempo y la piel hecha una mazorca roja a casi todos nosotros. Desde que llegamos, los mosquitos no fueron amables en ningún momento. El viento levantaba las carpas y el sol nos derretía el espíritu. Teníamos la intención de llamar a un guía para hacer un recorrido antes de las 16 hrs porque él ya estaba comprometido a esa hora y antes era muy difícil, pero esa realidad nos cayó encima como un piano de caricatura: era imposible salir antes de las 16hrs. Nunca llamamos al guía: salimos a las 16:30 hrs hacia los laberintos un recorrido fascinante por el paisaje más vistoso y verdaderamente desértico de la tatacoa. Mucha ortiga y mucho cactus. Tras un corto pero fructífero recorrido por los laberintos, hermosos e inquietantes, volvimos al campamento y luego a nuestro destino por excelencia: el observatorio astronómico. Llegamos un poco tarde, recién había empezado la charla y la terraza estaba llena de gente. Al frente Javier y detrás de él un tablero blanco frente a una mesa con un proyector de diapositivas. Allí escuchamos a un hombre de evidente experiencia en exposición que entretenía e informaba tan gratamente a niños y adultos. En algún momento, justo después de algunas exhuberantes diapositivas de fotografías de objetos celestes decidió parar la charla para ponernos a observar: dos telescopios Konus de 4 pulgadas y uno en montura a ras de piso para los niños. Había también unos binoculares que no pudimos cuadrar hasta que él nos ilustró y le ayudamos tanto como pudimos en la ubicación y mantenimiento del enfoque de objetos en los telescopios. Esa noche estuvimos en la terraza hasta las 21hrs pasaditas y cuando quedabamos muy pocos y gracias a un negocio que nos propuso Javier, nos invitó a observar en el observatorio con el telescopio principal. Saturno, sus anillos en un ángulo de observación muy bueno y cuatro de sus lunas orbitando; la Luna, de la cual nos tomó fotografías con nuestras propias cámaras usando el telescopio. Finalmente nos fuimos agradeciendo la amabilidad y dejandolo con algunas personas que aprovecharon el desorden para usar el observatorio sin pagar. La mañana siguiente fue nuestro retorno: a las 8hrs estuvo el microbus en el sitio, empacamos, nos tomamos unas fotos con el observatorio y Javier y algunos compramos los exóticos dulces de cactus que vendían allá mismo: deliciosos. El resto no tiene nada de especial: viaje hasta Neiva, viaje hasta Ibagué, Cajamarca y Pereira.
Conclusiones
Hay muchos pequeños detalles que se me escapan y que harían esta crónica mucho más larga, pero me gusta dejar unos de ellos adicionales antes de terminar.
  • El desierto es lindo, pero es una naturaleza muerta y avanzando hacia la vida, afortunadamante aunque discutible, en los días anteriores a nuestra visita estuvo lloviendo un poco y el desierto aunque seco y arenoso estaba floreciente en una condición poco común.
  • Los mosquitos son tan implacables como el sol.
  • La gente es recursiva y a pesar de la falta de infraestructura turística todo el mundo busca sacarle provecho al desierto y al turismo tanto como se puede.
  • La zona más vistosa y exhuberante del «desierto» es relativamente pequeña comparada con el municipio y el departamento, pero todo es similar: la geografía, fauna y flora de los municipios y corregimientos como la Victoria que por accidente conocimos son muy parecidos: secos, poblados por cactus, pastos y arbustos bajos.
  • El propio desierto está lleno de lechos de ríos grandes y pequeños y muchas de las formaciones vistosas, como los laberintos son formados por las aguas lluvias cuando caen, la tierra es muy frágil y las lluvias según nos decía Javier, permite el paso de agua sólo mientras llueve, es decir, hay ríos mientras cae agua, pero una vez cesa la lluvia el agua también deja de fluír inmediatamente.
  • Las espinas de los cactus son increíblemente duras: uno de los compañeros se perforó uno de sus tennis en el camino a la piscina con una de ellas que atravesó la suela hasta el pié y el guía que nos llevó al observatorio decía que era otro el cactus que tenía la espina más brava.
  • El guía que nos llevó al observatorio nos comentaba sobre un joven a caballo que aparecía y desaparecía por el camino que según él se pasaba el día completo cuidando el ganado de no ser comido por el gato salvaje que habita la región.
  • Y finalmente, una selección de fotografías.
Tatacoa

19 comentarios en “El desierto de la Tatacoa”

  1. Hola! César, felicitaciones por la crónica realizada, creemos que resume de manera acertada y elocuente nuestra experiencia en esta bella expedición.
    Con respecto a las monturas de los telescopios, la que se encontraba en la terraza hecha por un carpintero es de tipo Dobson y la del observatorio es tipo Ecuatorial.

  2. Hemos visitado el desierto en 2 oportunidades durante este año, es un lugar sencillamente espectacular, lleno de contrastes en sus paisajes y colorido,si quiere conocr colombia y su belleza no puede dejar de visitar este lugar, les damos unos consejitos: si van en carro: Bogota o donde sea, Neiva, Villavieja, el desierto, si van en bus desde Bogotá a Neiva, pueden bajarse en Aipe, visitar los petroglifos, disfrutar de un delicioso y fresco guarapo de caña, y dar una vuelta por el parque, de alli atraviezan el pueblo, y preguntan por la lancha que los lleve a Villa Vieja, cruzando el Magdalena, el servicio de lancha es de 6 am a 6 pm. Estando en villavieja, pueden quedarse en la Casona, el hotel del pueblo, donde doña Glays los recibira gustosa, si prefieren pueden llegar y acampar al desierto, para llegar al desierto pueden ir caminando ops, nosotros no lo hicimos, tomamos el servicio de chopotaxi (www.chopotaxi.com) que es una maravilla, un moto taxi al mejor estilo Hindu q es una maravilla, Chopo (cel:3138658710) les puede contactar con Alex, el guia!quien les contara los recorridos a realizar, en el desierto es obligatorio jaja hablar con Javier Rua en el observatorio y escuchar y conocer y ver las maravillas del cielo en la tatacoa! no dejen de ver a venus y los anillos de saturno, sorprendente! esto en una noche despejada, pregunten a Javier por sus fotos q son hermosas . Visitas basicas: primero vayan a los hoyos, visitan a Orfanda y se dan un baño en la piscina, no olviden el vestido de baño y una toalla ligera aunque por frio no se preocupen que no lo sentiran. Visita a la reina del desierto imperdonable, alli tambien tiene una cabaña donde pueden alojarse, bueno terminemos con las visitas basicas,al dia siguiente el amanecer inolvidable!. este dia puden visitar el cuzco, se sentiran en otro mundo! tanta belleza no pude ser cierta pero lo es! este dia pueden ir a la laguna verde donde observaran gaviotas en sus nidos, dragon Flys o mmm helicopteros o se me olvido el nombre pero son los insectos yo se q me entienden cuales son, los veran de colores fascinantes, verdes, fucsia, lila, y son metalizados ahh que tal! cuidado con las avispas q si no las nolestas no hacen nada, fotos aqui (www.360-foto.com/2008/tatacoa) que no me dejaran mentir de lo que les hablo!. Otro paseo obligatorio es al oasis del desierto q es otra piscina natural de pelicula!( donde edgardo, eduardo algo asi) hablen con chopo o alex que ellos los llevan! no se arrepentiran! si son mas arriesgados van a dar el superpaseo rodeando todo el desierto, es un poco largo, pero fascinante, llevan provisiones, agua, y algo de comer. No olviden sus camaras con muchasss memorias,bloqueador solar, pantalones largos, y camisas preferiblemente manga larga, si son alergicos a las picaduras de mosquito, pueden tomar complejo b dias antes, eso ayuda, y nuestra formula magistral patentada contra insectos : 1 fraso de menticol, parece terrible pero lo amaran! jabon nopikex( lo que puedan ponerle dentro 1 frasco de Eurax, perdon por la propaganda, no somos accionistas ni mucho menos un poco de aceite jhonsons o el q quieran, poquito, revuelven esto y se lo aplican por todas partes, sobre la ropa, en fin… mmm ahhh En Villavieja, l foto frente a las iglesias (2), no dejen de de visitar el museo, pueden planear un paseo por el rio. Disfruten el viaje y saludos a la gente linda y amable del desierto°!!!!

  3. Gracias Angela and Mike, parece que vuestro viaje tuvo más cositas que el nuestro, de todos modos nuestra experiencia fue muy buena y también quedamos con una muy buena impresión del desierto y probablemente lo volvamos a visitar pero para un encuentro de astronomía.

    Los insectos que mencionas se llaman libélulas y sobre la fórmula… me da chuto probarla, prefiero el repelente clásico, pero no el barato porque ese no es muy efectivo, eso lo comprobamos de la mala forma.

  4. !Hola¡:
    Soy de México del Estado de Puebla, y la narrativa del viaje estuvo muy interesante, gracias a esta descripción pude conoser Tatacoa. si tengo la oportunidad de viajar en mis proximas vaciones lo haría sin pensarlo 2 veces.
    Saludos

  5. Hola CESAR:

    Actualmente las observaciones se hacen a campo abierto (sensacional). JAVIER RUA tiene un laser que apoya su conferencia, (un satélite artificial, escorpion, libra, leo …, saturno sus anillos y lunas), es un conocedor de charla bien agradable. Se debe volver.

    Cordial saludo,

    LUIS MOJICA

  6. hola a todos!!!
    gracias por sus comentarios, me han salvdo la vida!!! 🙂
    vivo en francia y voy a colombia en febrero con mi novio frances que se muere por conocer colombia!
    vamos a san agustin y gracias a su comentarios vamos a pasar por la tatacoa.
    les ecribire luego para contarles como les fue.
    una preguntica, tienen concejos claves para san agustin????
    donde dormir y comer barato?????
    que lugares conocer?????
    gracias a todos y feliz 2010!!!!!!
    Mara Sierra

  7. [Editado: eliminación de dirección de correo literal]
    hola!… escuché que hay épocas del año donde se puede ver una lluvia de estrellas en el desierto de la tatacoa… alguien tiene alguna informacion sobre esto?? les agradecería inmensamente si me pueden dar informacion… escribir a: lalita_perez En hotmail puNto com
    gracias!:)

    1. Hola Laura,

      hay muchas lluvias de estrellas que ocurren aproximadamente en las mismas fechas cada año, con pequeñas diferencias de uno o dos días. Las más conocidas son las perseidas y las oriónidas que ocurren a mediados del año, así que si visitas el desierto en fechas cercanas al máximo de actividad de alguna de éstos fenómenos, seguro que te llevas un muy buen recuerdo. Por otro lado, ocurren lluvias de estrellas importantes casi cada mes, lee en mis efemérides las que yo destaco durante todo el año, aunque la mejor fecha para visitar el desierto a observar es mitad de año, tipo Julio o Agosto y preferiblemente en luna nueva (es decir, cuando no se ve la luna).

      Gracias y hasta pronto.

  8. yo no fui por una noche anterior copmi frijoles y huevo y me puse mala …y al otro diaera el paseo ..y llegue tarde y el bus no me recogio

  9. Llevo toda mi vida visitando Villavieja, porque mi familia es de allí. Y solo hasta hace tres años nos dio por conocer el desierto. Es un lugar hermoso, paradisíaco y espectacular. Este año fui al festival de las estrellas y fue genial. Gente de todas partes del mundo menos de Colombia. Estuvimos una semana en Villavieja y no conocí ni la mitad del desierto. El otro espero volver en Julio del otro año para el esperado festival de las estrellas y quedarme a acampar allí.

  10. camilo castiblanco

    hola quisiera saber si aun hay paso en lancha desde aipe hasta villavieja .. fui hace unos ñaos pero queria saber si el paso esta habilitado ya que salgo desde bogota .. gracias por la infoo

  11. Amigo, cuánto fue el presupuesto utilizado allá en el desierto, contando desde el partir hacia el desde Neiva, como el regreso hasta Neiva.

    Gracias

  12. Buen día, el día,19 de Agosto iré al desierto voy en un chevrolet sail quisiera saber si voy a tener inconvenientes por el tipo de carro y por favor me digan que puedo hacer pues solo estaré por un día y una noche y luego voy a san agustin.

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